En algunas ocasiones gastar en un lujo o en algo con lo que soñaste, genera un sentimiento de culpa. Aunque lo deseabas, una voz interior te indica que pudiste gastar ese dinero en algo más útil o que pudiste mantenerlo ahorrado. A veces incluso mientes acerca de cuánto te costó o buscas justificar tu compra frente a los demás.
Es momento de aprender que los gastos impulsivos o aquellos que parecen un exceso también son válidos, siempre y cuando tengas una correcta administración de tu dinero. Puedes darte gusto sin necesidad de causar daños irreversibles a tus finanzas ni angustiarte por el futuro.
Los primeros pasos
La primera recomendación que te ayudará a administrar de mejor manera el dinero es saber diferenciar entre tres conceptos fundamentales:
Para que este ejercicio funcione de la mejor manera, elabora una lista donde segmentes tus gastos en tres columnas. Sé muy honesto e identifica claramente a qué columna corresponde cada cosa. Por ejemplo, comer es una necesidad primaria, mientras que alimentarte langosta es un deseo.
Pensando en el futuro
Inicialmente, una lista de necesidades y deseos te dará una perspectiva de en qué gastas el dinero. Será como ver una fotografía de tus gastos y podrás identificar a qué rubro destinas más recursos. Pero además, esta lista te permitirá planear a mediano y largo plazo.
Cuando vayas a realizar un gasto, hazte las siguientes preguntas:
Primero debes identificar si es algo realmente necesario o si es un deseo. Sé honesto. En ocasiones se gasta por costumbre en cosas de las que podrías prescindir fácilmente.
Después evalúa si tienes una posibilidad real de adquirirlo en ese momento o qué necesitas para lograrlo. Si puedes comprarlo en ese momento, sólo asegúrate que no estás desequilibrando otras áreas de tu vida. Es decir, que tu gasto presente no va a tener una repercusión en tus finanzas futuras.
Si no lo puedes adquirir en ese momento, regresa a tu lista y define una estrategia para conseguirlo, uiándote con las siguientes preguntas: